miércoles, 31 de octubre de 2018

Descubrimos el rostro de Jesús en los jóvenes, en la comunidad que nos recibió,...

Durante la campaña del Domund hemos tenido la oportunidad de escuchar a los jóvenes, que en el mes de agosto pasado, vivieron una pequeña experiencia misionera en Bolivia. Nos han acompañado a los centros educativos y su testimonio ha sido muy bien recibido por el alumnado.

Presentamos a continuación el artículo completo que han escrito para el  número 261 de la revista Los Ríos.

SERVICIO, ENTREGA, Y ACOGIDA.
Una experiencia de contrastes


Este mes de agosto ha sido un mes lleno de contrastes. En vez de tener días de descansar, playa o poder ir a fiestas de los pueblos hemos tenido la oportunidad de vivir una experiencia de misión en El Alto (Bolivia) junto a la comunidad Adsis.
Durante la experiencia descubrimos el rostro de Jesús a través de los jóvenes y la Comunidad de El Alto, conociendo el estilo de vida basada en el servicio, entrega y acogida.

PRIMEROS CONTRASTES 
Nada más aterrizar en el aeropuerto empezaron los contrastes, además del contraste paisajístico entre la llanura del altiplano y la imponente cordillera de Los Andes, el clima y la altitud fue lo primero que sentimos nada más llegar a Bolivia .Veníamos de estar en plena ola de calor en Bilbao, y al aterrizar nos encontramos en pleno invierno, a unos 4.100 metros de altura, además del cambio horario. Sin embargo, desde el primer momento la comunidad que nos recibió nos facilitó la aclimatación los primeros días, ya que tuvimos 3 días para adaptarnos hasta que empezar en marcha nuestra tarea.
Nuestra llegada coincidió con el inicio de una de las fiestas más importantes de Bolivia, la celebración de la independencia. Una de las cosas que nos llamó la atención era cómo las calles de El Alto estaban repletas de personas desfilando, niños y niñas de los diferentes colegios, gente de las juntas vecinales, sindicatos… pudimos ver que el sentimiento de nación en Bolivia estaba muy arraigado en la gente. 
De camino hacia la comunidad, mientras el padre Alfonso nos llevaba en el auto, pudimos ver el “caos” de ciudad ante la que estábamos. Nadie respeta las normas de tráfico, los cortes de carreteras son habituales, la cantidad de mercados en la calle… desde luego que es una forma de vivir el día a día más diferente.

ACOGIDA Y VIDA EN COMUNIDAD
La comunidad Adsis de El Alto está formada por cuatro personas: Alfonso, Josu, Nieves y Javi. Alfonso párroco de la zona, Josu y Nieves responsables del centro de apoyo escolar Utasa y Javi médico de cuidados paliativos en el centro Jesús Obrero. 
La convivencia en comunidad ha sido muy fácil y otro punto muy importante de la experiencia. Desde el primer momento, la acogida por parte de la comunidad fue total. Nada más llegar, nos abrieron su casa como si fuera la nuestra, incluyéndonos en los turnos de tareas (preparar la comida, fregar, etc ) responsabilizándonos de la preparación de las oraciones… 
Los primeros días, coincidiendo con las fiestas patrias en Bolivia y estando cerrado UTASA, el centro de apoyo escolar, nos sirvieron para conocer más a la comunidad, y cómo no, para conocer más sobre el lugar en el que nos encontrábamos. Las comidas y las cenas nos servían para conocer más a cada miembro de la comunidad, para que ellos también nos conocieran a nosotros tres y como no para saciar nuestras dudas sobre El Alto. Conocer Bolivia a través de sus ojos, de su experiencia de tantos años, ha sido esencial para hacernos una idea sobre este país tan diverso, sobre su gente y sus costumbres. Estos testimonios fueron un gran aprendizaje que nos fueron de gran ayuda cuando comenzamos el trabajo con los jóvenes del centro de apoyo escolar y del centro juvenil.
Por las noches compartíamos un momento de oración. Este momento del día era de gran ayuda para reposar todo lo que hemos ido viviendo durante la experiencia. Incluso tuvimos la oportunidad de preparar algunas de estas oraciones y compartir con la comunidad algunos de los símbolos que como eskaut nos han acompañado durante muchos años.
La comunidad siempre estaba abierta a cualquier persona que se acercara a ella. Los jueves por la noche se celebraba una pequeña eucaristía por lo que compartíamos la cena con alguna persona que siempre se acercaba para celebrar con la comunidad.
Cada uno de los miembros de la Comunidad ha sido un claro ejemplo de servicio y entrega. Desde nuestra llegada nos han acompañado y nos han dado apoyo y confianza durante el servicio que hemos realizado. Siempre han estado abiertos a escucharnos y a hacer que nuestra experiencia sea lo más satisfactoria posible. Es por eso que sin duda han sido uno de los pilares esenciales de esta experiencia en El Alto.



SERVICIO/TAREAS
Durante nuestra estancia en El Alto, hemos tenido la oportunidad de llevar a cabo diferentes tareas. Por un lado, nuestra labor en el centro Utasa consistía en el apoyo a niños y niñas de entre 4 y 12 años en el servicio de biblioteca promoviendo hábitos de lectura mediante el préstamo de libros y en el de ludoteca en el que trabajábamos mediante el juego el valor del mes del centro: identidad y autoestima. Debido a nuestra formación académica desde la Comunidad, a mitad de experiencia, nos ofrecieron la posibilidad de realizar un control pediátrico a los niños y niñas del centro así que apuntamos sus datos de peso, talla, vista, dientes y tensión arterial. El hecho de poder conocer de más de cerca su salud nos dio algunas pistas sobre el estilo de vida que llevaban.

Por otro lado, en los momentos en los que no estábamos realizando esa tarea aprovechamos para hacer distintas labores de mantenimiento que desde la comunidad nos pedían o nosotros proponíamos: arreglar el jardín, dibujar un mural, pintar una valla, arreglar el tejado… Además, los sábados de 15:00 a 18:30 pudimos acompañar a jóvenes de entre 13 y 18 años en el Centro Juvenil en los diferentes juegos y talleres que tenían. Siempre con el apoyo y acompañamiento de Nieves y Josu. 
Desde el primer momento pudimos notar el cariño y la cercanía de los niños y niñas que participaban en Utasa. Teníamos muchas ganas de conocer cosas sobre su forma de vida: sus gustos, su historia, su día a día… Pero en cuanto nos vieron quedó claro que ellos tenían las mismas ganas o más de conocernos, de preguntarnos y sobre todo de jugar con nosotros tres. El frío y la altura hacen de El Alto un lugar complicado para los más pequeños, aun así en ningún momento perdían la sonrisa y las ganas de jugar. 
El profesorado del centro estuvo muy dispuesto a ayudarnos en cualquier momento, por lo que el trabajo conjunto fue muy sencillo. También tenían muchas ganas de conocernos y de pasar tiempo con nosotros tres, incluso hicimos algunas excursiones con parte del profesorado de Utasa además de bailar con ellos bailes regionales de Bolivia y enseñarles el Txulalai de aquí.
Una de las cosas que nos llamó mucho la atención fue la implicación y organización del monitorado voluntario del centro juvenil de los sábados. Se veía que el compromiso del monitorado con el proyecto era fruto de su paso como chavales y chavalas del centro años atrás. Además de juegos, en este centro realizan una gran cantidad de talleres, como: deportes, danza, liderazgo, computación, música, teatro… A los más mayores también les dan la oportunidad de realizar una formación si tienen interés en formar parte del equipo de monitores y monitoras.
Algunos días acompañamos a Javi en su trabajo en el centro de salud Jesús Obrero. Por lo que tuvimos la oportunidad de conocer el centro de primera mano. Javi trabaja impulsando la creación de equipos de cuidados paliativos en los hospitales de El Alto y La Paz. Todavía hay trabajo por hacer para la creación de estos equipos de cuidados paliativos, pero se están dando pasos en la dirección adecuada. El trabajo de Javi y del equipo que trabaja junto a él dará sus frutos. Es así como pudimos ver otro de los grandes contrastes que vivimos en la experiencia. Fue en el ámbito de la salud, la concepción de la salud en El Alto es muy diferente a lo que es aquí; allí pudimos ver enfermedades que aquí no se ven y enfermedades mucho más agravadas.




Mural pintado por el alumnado junto con Álvaro, Ainhoa y Adrián

DIVERSIDAD
Unos de los grandes privilegios que nos ha brindado la experiencia fue la oportunidad de conocer distintas partes de este país tan diverso y con ello tanto sus magníficos paisajes como su encantadora gente. 
El primer lugar que visitamos fue La Paz el primer fin de semana, nada más llegamos en el avión ya nos sorprendió como la expansión de la ciudad lo limitaban las colinas y cuando bajamos nos dimos cuenta que nada tenía que ver con El Alto. A pesar de haber barrios más ricos dentro de la propia ciudad, las carreteras están asfaltadas, mientras que en El alto la mayoría de ellas son de tierra. Por otro lado, a pesar de estar separadas las dos ciudades por apenas unos kilómetros la diferencia étnica es bestial, en El Alto la inmensa mayoría de la gente proviene de culturas indígenas como la Aymara mientras que en La Paz hay mayor diversidad entre gente mestiza y gente Aymara. Tuvimos la oportunidad de bajar a La Paz más días nosotros solos conociendo así más la ciudad; haciendo uso de los teleféricos, que conectan cualquier punto de La Paz, y aventurándonos a subir en las movilidades, pequeñas furgonetas en las que suelen viajar 15 pasajeros o más (si entran) y que los pasajeros se suben y se bajan en el lugar donde eligen y piden al conductor.
La segunda semana junto a Josu y varios párrocos de la zona tuvimos la oportunidad de visitar la cordillera real boliviana “los andes”. El viaje en auto fue la primera aventura con la que nos encontramos, ya que mientras estábamos intentando subir al Chacaltaya la nieve se interpuso en nuestro camino. Una vez superada la dificultad de la nieve llegamos a la cima de la montaña, y en ese momento el silencio se apoderó de nosotros. ¡Jamás habíamos visto nada igual! Ver las imponentes montañas de más de 6000m con tanta nieve y tan de cerca nos impresionó a todos.

Otro de los viajes que marcó nuestra estancia en Bolivia fue la visita del Lago TIticaca y la Isla del Sol. En este caso, la visita fue de fin de semana pudiendo aprovechar y hacer noche en la maravillosa isla. De este viaje lo que más nos impresionó fue, por un lado la inmensidad del lago que parecía un auténtico mar y por otro lado el maravilloso atardecer en la Isla del Sol con la cordillera andina de fondo. ¡El atardecer más bonito que hemos visto en nuestras vidas!

La última visita que pudimos hacer, fue junto con las profes de Utasa a Coroico. Esta última visita, paisajísticamente hablando fue totalmente diferente a las que habíamos hecho anteriormente. Pasamos de la altura de las montañas y el lago con su escasa vegetación a un lugar selvático de montaña en el que la flora estaba por todos lados, impresionantes cascadas, árboles frutales…


TAREA EN BILBAO: ¿Y ahora qué? 

Queda claro que esta experiencia en El Alto no nos ha dejado indiferente a ninguno de los tres. Desde que llegamos a Bolivia notamos la cercanía y el cariño de la gente. Cada día que pasaba recibíamos gestos de amor y acogida, en la comunidad, en Utasa, por parte de los niños y niñas, por parte del profesorado, en el Centro Juvenil… Solo hemos estado un mes y solo hemos dado algo de nuestro tiempo, pero nos han recompensado con creces lo que hemos hecho. Además, hemos estado muy unidos los tres y hemos disfrutado mucho el uno del otro.
Ahora una vez llegados a Bilbao nos toca reposar esta experiencia. El cuerpo nos pide contrastar en nuestros grupos de referencia, con nuestras familias y amistades. Sin duda contar esta experiencia nos servirá de ayuda para darnos cuenta de más detalles que quizás con las prisas del momento se nos han escapado. Además, el anunciar nuestra labor en Bolivia sigue siendo parte de la misión y de esta manera es posible que consigamos que en alguna otra persona nazca el interés misionero. Fue el escuchar a otras personas lo que ha hecho que hayamos podido disfrutar del curso Norte-Sur y de esta manera hayamos podido tener esta experiencia de misión en El Alto. Es por eso que nos toca dar testimonio y hacer que otras personas se pregunten ¿y por qué no yo?