Jaione
López, joven de Elorrio, Bizkaia se encuentra en Kaikor, Kenia. Apoyada por Misiones Diocesanas y su comunidad parroquial de Elorrio, está realizando su Trabajo Fin
de Grado (TFG) , con las religiosas Marianitas en este país.
Desafortunadamente El COVID-19 llegó a Kenia a los pocos días de llegar Jaione,"Este caso provocó que el
presidente de Kenia cerrase todos los colegios y que todos los
niños y niñas que estaban en ellos tuvieran que volver a sus casas: ya que
en Kenia la mayoría del alumnado es interino».
Este es su testimonio: «El principal objetivo de mi tarea en Kaikor era
ayudar lo máximo posible en las guarderías que las hermanas Marianitas sustentan
con la ayuda de misiones diocesanas de Euskadi, pero teniendo en
cuenta lo que el presidente había dicho, eso fue imposible. Tras pasar dos días
en el colegio, tuvimos que cerrarlo, tanto el colegio, como el recinto en el
que vivo junto con las hermanas. Aun así, antes de llegar a Kaikor,
pude pasar unos días en Lodwar (la ciudad más cercana, a 7 horas
en coche) y pude comprar muchos de los materiales necesarios para las
guarderías (cuadernos, lápices, gomas, cartulinas, candados…) y telas para las
confecciones que llevan a cabo las mujeres;
El primer mes de confinamiento, no salimos ni dejamos entrar a nadie en
nuestro recinto. Ahí comenzó el problema para mucha gente, ya que la mayoría de
las personas de Kaikor vienen a por agua y ayuda a la misión.
Al cerrar los colegios, todos los hijos e hijas volvieron a sus casas. Eso
significa que cada familia tenía que alimentar a mínimo 7 personas más de las
que estaban acostumbradas. Gracias a que los colegios son interinos, las
familias pagan las tasas anuales y el alumnado vive en el colegio hasta que
llegan las vacaciones, lo cual hace que las familias no se tengan que preocupar
de la alimentación. Ahora esas familias ya habían pagado las tasas del curso y
se veían sin dinero y con la necesidad de alimentar a toda la familia. Gracias
al dinero que trajimos, hemos podido dar trabajo como costureras a varias
mujeres. Eso ha hecho que aprendiese a usar la máquina de coser para poder
enseñarles a ellas. Esto implica que usando las telas (cada vez que vamos
a Lodwar compramos), 3 mujeres pueden trabajar haciendo
bolsos, carteras, diademas, etc. Gracias a este trabajo, todas las semanas
estas mujeres ganan algo de dinero y pueden ir manteniendo a toda la familia.
Junto a las hermanas Marianitas, también hay unos padres
misioneros filipinos aquí en Kaikor. Hace unos años, estos padres
empezaron a recibir ayudas para financiar dos colegios en unos poblados
alejados de Kaikor. Ahora debido a la pandemia, los donantes no han
podido ayudar más y durante un mes esos colegios no tuvieron comida para los
niños y niñas, con lo que dejaron de asistir. Al ver que no podrían ayudar, los
padres cedieron los colegios a las hermanas, y gracias al dinero de los
proyectos hemos podido alimentar a todos los niños y niñas de los dos colegios
(500 euros al mes), hasta ahora.
Por otro lado, hay muchos niños y niñas apadrinados por personas que han
venido o personas que conocen la labor de las hermanas Marianitas aquí
en Kaikor. Estos apadrinamientos constan en pagar la educación de
estos niños y niñas, con lo que las hermanas les buscan un buen colegio
en Lodwar. Ahora que no pueden ir a los colegios, la mayoría de los
niños y niñas se han tenido que quedar en el centro de desnutridos que tenemos
junto a la casa, ya que son huérfanos y no tienen dónde ir. Juntos con ellos,
también están viniendo durante el día algunos niños y niñas de varias familias,
ya que estas no pueden mantenerlos y estaban empezando a sufrir un nivel de desnutrición
leve. Gracias a misiones diocesanas estamos pudiendo alimentarles y a la vez
seguimos dando clases, para que así no pierdan la rutina y puedan seguir
desarrollándose adecuadamente. Junto al guardia de la casa, hemos estado
pintando las clases del colegio que tienen aquí las hermanas y también creando
diferentes materiales para que estos niños y niñas puedan aprender más
fácilmente.
Debido a la pandemia, el precio de los alimentos aquí está aumentando, con
lo que cada vez se nos hace más difícil conseguirlos. Nuestro objetivo es
que los niños y niñas que acuden al centro de desnutridos tengan buena
alimentación, junto con frutas y verduras. Por ello, todas juntas estamos
comenzando un huerto escolar. Kaikor es un lugar muy árido y
esto no ayuda a las huertas, ganado y habitantes. Gracias a la ayuda de
misiones diocesanas, nos acaban de llegar dos grandes tanques que podrán
abastecer tanto las huertas del recinto como las que están en el recinto del
centro de desnutrición (esperemos).
Hoy en día nosotras seguimos intentando tener cuidado con las distancias,
pero quitando los colegios, seguimos haciendo la misma labor que hacíamos antes
de la pandemia. Asistimos junto con la ambulancia móvil todas las zonas
alejadas de Kaikor, tratando a las embarazadas, desnutridos y
enfermos. Intentamos llevar la comida a los ancianos de Kaikor una
vez a la semana. Abrimos nuestras puertas para que así algunas personas puedan
coger agua, etc. Sabemos que esto no es lo más adecuado, teniendo en cuenta la
situación que hay en Kenia con el COVID-19, pero las personas de
aquí no pueden parar. La mayoría viven en el día a día, con lo cual, no podemos
dejar de ofrecer algunas tareas (guardias, lavanderas, costureras, cuidadores,
profesores, conductores, enfermeras, etc.) porque con ello pueden comer muchas
familias de Kaikor.
Por ello, queríamos agradeceros a todas las personas que nos ayudáis a
llevar estas labores adelante. Porque sin vuestra ayuda económica, las hermanas
no podrían llegar ni ayudar a tantas personas. En especial, me gustaría daros
las gracias personalmente por ayudarme a venir aquí, porque gracias a ello
estoy pudiendo conocer y trabajar junto a personas maravillosas. Estoy teniendo
la oportunidad de ver la realidad en la que muchas personas viven y que nos
ocultan. Porque hasta que no he estado aquí no he sido consciente de lo mucho
que puede cambiar tu vida dependiendo del sitio donde nazcas, y lo diferente
que te tratan según tu color de piel. Con esto no me refiero en Europa solo.
Aquí en Kenia también te tratan diferente según tu color de
piel. En cierta parte, sientes lo que las personas africanas que están en Europa han sentido cuando han ido allí. Vas caminando por la calle y ves como todo el mundo te mira, te señala, habla de tí, etc. Lo que cambia es que históricamente en Europa todas estas acciones se han hecho con desprecio, pero aquí lo hacen con admiración. Por eso nunca llegaré a sentir lo mismo que personas de aquí han sentido cuando han ido a nuestro país, porque sigo teniendo un sitio privilegiado».
miércoles, 24 de junio de 2020
En Kenia he sido consciente de lo mucho que puede cambiar tu vida dependiendo del sitio donde nazca
Publicado
miércoles, junio 24, 2020
Por
Misiones Bilbao