viernes, 20 de octubre de 2017

La vista desde el Alto...


Laura Mas, Itsaso Trueba, Josune Larrakoetxea y Borja García  viajaron a Perú el pasado mes de agosto, pero no fueron de vacaciones. Tras participar en el curso de formación Norte Sur que organiza el Instituto Diocesano de Teología y Pastoral, Caritas-cooperación y Misiones, han vivido una pequeña  experiencia misionera en el centro poblado del Alto Trujillo en Perú.

Durante esta semana, en el marco de la campaña del Domund, Josune Larrakoetxea ha compartido su experiencia en algunos centros educativos de Bizkaia.
Las cuatro personas que participaron en esta experiencia, han escrito un artículo para la revista "Los Ríos" en el que podemos conocer una parte de lo que han vivido:


La vista desde el Alto

Durante el mes de agosto de 2017 Laura Mas, Itsaso Trueba, Josune Larrakoetxea y Borja García estuvimos viviendo la experiencia misionera en el centro poblado del Alto Trujillo, Perú.

El Alto Trujillo pertenece a la ciudad de Trujillo y se localiza a las a fueras de la ciudad. Es una zona desértica que se ha ido poblando en las últimas décadas a través de pequeñas invasiones, realizadas por personas procedentes de las regiones de la selva y la sierra del Perú. Este centro poblado empezó siendo un único barrio; a día de hoy cuenta con 29 y se sigue expandiendo en nuevos asentamientos. Actualmente cuenta con unos 80.000 habitantes. Este rápido crecimiento no ha sido acompañado de un aumento de servicios sanitarios, educativos, de obras públicas (red de agua, electricidad, carreteras…). Pese a este abandono institucional, los habitantes del Alto fueron capaces de hacer de un lugar desolado su nuevo hogar.

Por otro lado, este crecimiento de la población no ha ido acompañado de un crecimiento económico de sus habitantes, lo que ha suscitado serios problemas que afectan desde la infancia hasta la vejez. Abandono, violencia familiar, alcoholismo, pandillaje, venta y consumo de drogas, violaciones, desempleo, escasez de recursos básicos, analfabetismo; son algunos de los problemas que hemos podido observar. Tampoco podemos olvidar que el pasado mes de febrero las lluvias del fenómeno del Niño, produjeron grandes daños materiales, destruyendo incluso hogares.

Son muchos los problemas que nos hemos encontrado allí, sin embargo hemos tenido la oportunidad de ver y conocer de primera mano proyectos acompañados por diferentes entidades. En nuestro caso, fuimos acogidos por Aitor Esteban, cura de la diócesis de Bilbao. Aitor lleva allí 12 años y ha sido la persona que nos ha presentado la realidad del Alto y los diferentes proyectos que se están llevando a cabo.

Por las mañanas nuestra labor se centraba en dos centros educativos: Virgen de la Montaña y USDA. En el primero hemos apoyado dando clases, ya que había falta de profesorado, y hemos podido visitar a alguna familia de alumnos, y en el segundo hemos estado apoyando a niños y niñas con dificultades en el aprendizaje, creado una ludoteca y acompañado a las visitas familiares.
Las tardes han sido más variadas. Hemos estado en centros de cuidado, en los que los niños y niñas comen al salir del colegio y tienen la oportunidad de hacer los deberes o jugar. También hemos estado en un centro de cuidados paliativos, haciendo visitas a enfermos en sus casas o en talleres con las personas mayores. Por último, en la defensoría de la mujer, que cuenta cada vez con más centros de acogida para mujeres o familias víctimas de violencia, en el que hemos apoyado en talleres de alfabetización, participado en charlas de feminismo, o dado volantes en la calle para que las personas conociesen que tenían un lugar al que acudir si tenían un problema que requiriese apoyo psicológico o legal.

Aunque haya mucha carga de trabajo, hemos tenido nuestros momento de descanso, de conocer un poco más de la cultura peruana, de conocer las parroquias, a las personas de la comunidad, actividades de los jóvenes, Eucaristías... Y conocernos más entre nosotros, sin olvidarnos de los momentos de reflexión, de recoger el día desde la lectura creyente, de desahogarnos y mostrar nuestros miedos, nuestros enfados, nuestras alegrías… en un clima de oración y confianza que no nos costó mucho crear.


El peso que nos traemos en la mochila es mucho y diferente: algunas tristezas pero sobre todo esperanza.  El mes ha sido largo porque nos ha dado la posibilidad de hacer infinidad de cosas, pero también se hace corto y te deja la duda de…

¿Y ahora qué? Nos toca reposar todo lo vivido, digerir la experiencia y coger fuerzas nuevamente para seguir apostando por este proyecto de Reino que empezó Jesús. No olvidaremos nunca la experiencia e intentaremos transmitirla. Todas las personas que hemos visto, en las que hemos conocido al mismo Jesús, no merecen quedarse entre arena en el olvido después de enseñarnos tanto y bajarnos los humos que a veces llevamos desde la otra punta del mundo. El Alto merece ser Alto.

Laura, Itxaso, Borja y Josune