martes, 17 de julio de 2018

Encuentro con Dios en una realidad de exclusión


Las delegaciones de Caridad y Justicia, Anuncio y Catequesis, Cáritas y Misiones de nuestra  diócesis de Bilbao, ofrece a jóvenes y adultos la posibilidad de participar a lo largo de todo el año en diversos campos de trabajo. Son experiencias de servicio en organizaciones y realidades que cuidan de quienes más sufren (mayores, inmigrantes, personas privadas de libertad, discapacitados, niños y niñas…) y desde ella experimentar el encuentro con Jesús que está a su lado, y nos acoge y acompaña en la tarea de hacer el mundo más entrañable y fraterno.

El pasado 30 de junio, un grupo de 23 personas comenzó la `aventura´ de nueve intensos días en Ceuta.

Y el 6 de julio partió el segundo grupo de jóvenes, en este caso a Alhoucema, Marruecos. Allí, entre otras actividades, han atendido a jóvenes con discapacidad del centro de los Franciscanos de la Cruz Blanca y a enfermos mentales del psiquiátrico de Imsourren.

Recuerdo a los migrantes fallecidos en el Mediterraneo

A punto de regresar, y teniendo presente todo lo vivido estos días en Marruecos, el grupo ha querido orar, rendir un homenaje, a orillas del Mediterraneo, a todas las personas que han perdido la vida en el intento de cruzar este mar para salir de la guerra, la pobreza, …

Agradecimientos 
El grupo acompañante recoge la gratitud de los chavales “por tener la oportunidad de vivir esta experiencia que les ha ayudado a cambiar la mirada de este pueblo, de esta realidad, romper prejuicios y a crecer personalmente y encontrarse con Dios en las personas más vulnerables”.

Uno de los jóvenes participantes, Ander Bargos, destaca: “sin ninguna duda el acompañamiento en el psiquiátrico me ha ayudado a crecer personalmente, conocerme mejor a mí mismo y a salir de mi zona de confort, reflexionando haciéndome preguntas tan necesarias, pero que muy pocas veces nos planteamos. Es increíble, al igual que vergonzoso el tener que viajar a Marruecos para conocer el verdadero significado de hospitalidad. Me produce rabia el saber que un pueblo que nos recibe con las manos abiertas esté pasándolo tan mal. Me llevo una sensación agridulce y un sentimiento de esperanza por el cambio”.

Otra de las participantes, Shuyana Izaga, dice sentirse “agradecidísima por las personas del psiquiátrico y del centro de día y por guiarnos en la reflexión encendiendo todos nuestros sentidos que nos conectan con nuestro ser mas profundo”.